jueves, 10 de diciembre de 2009


Perfecta como el espacio inmenso,
[a la Vía] nada le falta, nada le sobra.


Las olas aparecen y desaparecen en la superficie del océano, pero el fondo permanece siempre sereno. Correr detrás de las apariencias es querer atrapar el aire con un cazamariposas. Los cuatro elementos que conforman la vida fenomenal (tierra, aire, agua y fuego) terminan siempre por regresar a su origen -la vacuidad esencial- como los niños retornan a su madre, o como os ríos vuelven al océano. Cuando un yunque de hierro es arrojado al mar, desciende y desciende hasta tocar fondo. Y allí descansa. No más movimiento. De igual forma, cuando nos dejamos caer en el fondo de nosotros mismos podemos encontrar el sentido profundo de nuestra existencia y en él morar en la serenidad del corazón. Nadie puede llegar a ser algo que no es. Nadie puede dejar de ser lo que ya es. No perturbes la serenidad innata de tu corazón persiguiendo quimeras.


No permitas que los movimientos superficiales del oleaje de la vida te alejen del fondo estable y sereno que se haya en lo más profundo de ti mismo. La Vía es perfecta así tal y como es. Nada te falta ni nada te sobra. Ningún esfuerzo humano puede añadir ni un ápice de perfección a lo que es intrínsecamente perfecto, más allá de cualquier concepto de ‘perfección o ’imperfección’. El espacio inmenso se extiende en las diez direcciones más allá de toda medida humana. Nadie puede arrebatarle ni un átomo. Los seres humanos nacemos y morimos, nacemos y morimos, generación tras generación, como champiñones que aparecen una mañana de otoño para desaparecer al anochecer. Las partículas elementales que conforman nuestra materialidad fueron creadas en galaxias alejadas hace millones de años-luz. Nada se crea ni se destruye. Todo se transforma.
La naturaleza luminosa de cada ser brilla más allá del apego y del odio, de la atracción y del rechazo. Las cosas son lo que son, independientemente de que te gusten o te disgusten. En sí mismo, ningún ser es atractivo ni detestable. Es nuestra mente condicionada la que percibe la realidad como atractiva u odiosa, como agradable o desagradable. El budismo llama a esto ignorancia, esto es, percepción errónea. Esta percepción limitada y limitadora vela la verdadera naturaleza de la realidad, ocultando la luz innata, la cualidad singular de cada ser y de cada fenómeno. La percepción polarizada de la realidad oculta la verdadera naturaleza de la realidad. Cuando la polarización cesa, la luz original se manifiesta. La naturaleza luminosa de cada cosa no es agradable ni desagradable, ni atractiva ni odiosa. Es perfecta más allá de los conceptos de perfección y de imperfección. Es pura más allá de los conceptos de pureza y de impureza. Es lo que es más allá de los conceptos de ser y de no ser.
La Vía Suprema es justo la que está bajo tus pies. Es justo lo que está sucediendo tanto dentro como fuera de ti, aquí y ahora tras aquí y ahora. ¿Qué te parece? ¿Fácil o difícil? Aunque etiquetes eso que te está sucediendo como “fácil” o “difícil”, en realidad, no es ni fácil ni difícil. Es tal y como es. ¿Cómo lo sientes? ¿Es agradable o desagradable? Aunque catalogues eso que estás sintiendo como “agradable” o “desagradable”, en verdad, no es ni agradable ni desagradable. Es tal y como es. La Realidad no es la idea que tienes de la Realidad. Al calificarla de fácil o de difícil, de agradable o de desagradable olvidas que la Realidad es lo que es, más allá de tus apreciaciones. Lo agradable suscita atracción. Lo desagradable, rechazo. Corres detrás de lo que consideras atractivo y huyes de lo que concibes como odioso. De esta forma fabricas la red que te aprisiona, como el capullo al gusano.

Comentarios al Canto al Corazón de la Confianza de Taisen Deshimaru. (Xìn Xîn Ming). Jianzhi Sengcan

1 comentario:

  1. pues que me parece muy reketebien. Yo, ála... a mirar los dibujines, eh?

    bueno, que eso...que luego ya si...eso, quedamos luego un rato

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