jueves, 10 de diciembre de 2009


Dos mojes zen trataban de avanzar por un camino con barro, anegado por las grandes lluvias, cuando se encontraron con una hermosa muchacha que trataba de cruzar un charco. El mayor de los monjes, un hombre de cierta edad, tomó a la mujer en sus brazos y la dejó del otro lado.Después siguieron caminando. Pero el monje más joven estaba silencioso y cabizbajo. Pasaron muchas horas, muchos árboles y colinas, muchos arroyos y puentes. Ya era casi de noche cuando el muchacho se enfrentó con su maestro. -¡A los monjes no se nos permite tocar a las mujeres! -le enrostró afligido y furioso.-Querido hijo mío - le dijo el monje mayor, sonriendo con dulzura - ¡Qué pesados son tus pensamientos! Yo dejé a esa mujer en el camino hace ya tantas horas. Y tú todavía la llevas encima. (Ana María Shua - El Libro del Ingenio y la Sabiduría)

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